En su apuesta por la extensión de la Economía Circular, la Unión Europea ha fijado los ocho principios fundamentales para poner en marcha el modelo:
1.- Diseño desde la prevención de residuos: todos los productos se deben diseñar pensando en la reducción radical en la creación de deshechos.
2.- Construcción de resiliencia a través de la diversidad: creación de productos simples, modulares y versátiles, pensando en reducir su obsolescencia y multiplicar sus opciones de uso.
3.- Uso de energías renovables: por su capacidad virtualmente ilimitada y su impacto mínimo en el medioambiente.
4.- Los residuos son comida: cambio del tratamiento de deshechos para transformarlos en recursos valiosos para los ciclos biológicos.
5.- Pensamiento en sistemas: creación de redes de colaboración espacio-temporales para dar nuevo uso y revalorizar materiales. Por ejemplo, las redes locales en las que se reaprovecha tela vieja para crear nuevos productos textiles.
6.- Pensamiento local: relación dinámica entre los actores próximos para aprovechar al máximo los recursos y fortalecer la innovación local.
7.- Pensamiento en cascadas: definición de las funciones concretas de cada material pensando en su ciclo de vida y su introducción para nuevos usos.
8.- Enfoque en el rendimiento: diseño basado en las sinergias y en la creación de beneficios múltiples. Desde la creación de puestos de trabajo hasta la reducción del consumo de recursos.
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